Jomagú - ilustración y dibujo -

Y un día sin más te dan un rollo de planos (incompletos), como todos los que hiciste a lo largo de la carrera, y te lanzas a construir; al principio piensas que te engañaron, pero no culpas a nadie de tu incomprensión, te culpas a ti mismo por no haber sido más ambicioso, haber exigido más, haber puesto más empeño. No obstante sabes que estás a tiempo. Siempre hay tiempo para aprender algo nuevo y tiempo para aplicar lo aprendido.

Pasan los días, tu piel se broncea con el sol, tus palabras suenan y gente se mueve; y de pronto un día comprendes que construir son posibilidades, relaciones, detalles, cientos de ellos; que hay poca gente que pueden prever con tanta antelación tantos problemas, y te das cuenta que es la experiencia la que dicta tu camino, y poco a poco, casi sin sentir te convertiste en un arquitecto constructor más.

Entonces, te dices que es en este momento en que debes ser ambicioso, hacer realidad las posibilidades, ser mejor constructor, proyectista, artista. Que todo lo que quedó pendiente en los salones, las teorías de los libros pueden aquí ser una realidad. Sabes que aprendiste la lección.

Estás en la oportunidad y en el momento. Las rayas en los planos se materializan en varillas, concreto, tierra y que la visión que hace años tuviste, entre el polvo y risas de los trabajadores la estás viviendo. Y con los ojos despiertos en la madrugada repasas niveles una vez más, y tu primer café es a las 6 de la mañana y aseguras todo el material del día siguiente.

Abres la puerta de la casa, caminas y sales a la calle al despertar el sol. Y te das cuenta que los zapatos ya no pesan y el frío ha desaparecido.